La Comisión Europea presentó el pasado 28 de abril un conjunto de recomendaciones a los gobiernos nacionales dirigidas a mejorar las políticas de empleo y crear nuevos puestos de trabajo, algo absolutamente perentorio atendiendo al nivel récord que alcanza la cifra de desempleo en el conjunto de la UE, con perspectivas de recuperación no muy halagüeñas, y al hecho de que el logro del objetivo del 75% de empleo establecido en la Estrategia “Europa 2020” pasa por crear más de 17,5 millones de puestos de trabajo en los próximos 8 años.
Dichas recomendaciones constituyen la “Agenda a medio plazo de la UE para la creación de empleo”, y se plasman en el llamado “paquete de empleo de la UE”, consistente fundamentalmente en una Comunicación, titulada “Hacia una recuperación generadora de empleo”, acompañada de una serie de documentos de trabajo en los que se explican cómo interactúan las políticas de empleo con otras políticas para favorecer un crecimiento inteligente, sostenible e inclusivo.
Es evidente la relación e interdependencia existente entre las economías europeas, por lo que plantear un conjunto coherente y coordinado de medidas para mejorar las políticas de empleo parece lo razonable y oportuno en este momento, ofreciendo, además, una importante señal de compromiso político que nos parece positiva.
La valoración que cabe realizar de las medidas recogidas en la Comunicación es, sin embargo, un tanto desigual. En general, celebramos que la Comisión recomiende sustentar las reformas que se emprendan sobre los principios inherentes a la política de flexiseguridad, destacando además el papel que los interlocutores sociales desempeñan en la negociación y puesta en práctica de los cambios estructurales como factor determinante de la eficacia de dichas reformas.
Entre las recomendaciones para establecer las condiciones adecuadas para la creación de empleo que, a nuestro juicio, van en la dirección correcta, son también reseñables el apoyo al trabajo por cuenta propia, las subvenciones a la contratación que generen nuevos puestos de trabajo y el trasvase de la fiscalidad del trabajo a impuestos medioambientales, si bien todo dependerá del calado que estas recomendaciones tengan en el ámbito nacional, y de cómo se pongan, en su caso, en práctica.
Es muy positivo, asimismo, que la Comisión Europea estimule la flexibilidad interna en las relaciones laborales. Como también es indiscutible que para estimular la demanda y la creación de empleo, deban adaptarse los mecanismos de incremento salarial a los niveles de productividad y a las condiciones de mercado y contexto socioeconómico en que actúan las empresas en cada momento, como apunta de forma correcta la Comisión en su Comunicación, siempre desde el respeto a la autonomía colectiva de los agentes sociales en los diferentes ámbitos de negociación. En este sentido, sin embargo, la sugerencia por parte de la Comisión de establecer salarios mínimos como forma de reducir la segmentación de los mercados de trabajo atenta contra dicha autonomía de los interlocutores sociales y no debería haberse incluido en el texto.
Retomando los aspectos positivos del documento, particularmente acertado es el énfasis que presta la Comunicación a la necesidad de apostar por las políticas activas de empleo, suprimiendo los obstáculos que disuaden a las personas de buscar trabajo, y de invertir más en capacidades, superando el actual desajuste entre oferta y demanda apreciable en muchos mercados de trabajo en la UE, tratando además de anticipar las capacidades y competencias que se requerirán en el futuro. Para ello, es fundamental reforzar la cooperación entre la los sistemas nacionales de educación y formación, y el mundo laboral.
Relacionado con esto último, resulta esencial, como se recoge igualmente en la Comunicación, desarrollar el aprendizaje permanente y ofrecer oportunidades a los jóvenes. La Comisión acierta, de hecho, al promover la optimización de recursos económicos entre los países miembro de la UE, muchos de ellos sin margen para una mayor inversión en gasto público, particularmente mediante la asignación de una partida significativa de los fondos existentes a la promoción del contrato de aprendizaje (de forma que las capacidades de los jóvenes se ajusten mejor a las necesidades de las empresas).
En este sentido, hubiese sido deseable una mayor determinación por parte de la Comisión, recomendando específicamente la asignación de fondos a través del Fondo Social Europeo (periodo 2014-2020) para el fomento de la formación dual. Una oportunidad perdida que hubiera mejorado la recomendación más general que hace la Comisión en su Comunicación de acudir a los diversos instrumentos de financiación de la UE (el Fondo Europeo de Desarrollo Regional, el Instrumento europeo de microfinanciación Progress o el Fondo Europeo de Adaptación a la Globalización) para apoyar la creación de empleo.
No son las únicas omisiones importantes de la Comunicación. Llama mucho la atención el escaso tratamiento recibido por parte de las PYMEs en el texto, considerando que éstas son el verdadero motor de empleo en la UE, al representar el 85% del total de puestos de trabajo creados entre los años 2002 y 2010.
Tampoco parece aceptable que la Comunicación pivote en torno a tres áreas cuya explotación ofrecería un gran potencial de creación de empleo en el futuro, como son la economía ecológica, la asistencia sanitaria y social, y la economía digital. Además de limitar mucho su impacto, cualquier recomendación de medidas para la creación de empleo que no apueste por la Industria como eje primordial de actuación, está abocada al fracaso.
Un aspecto de suma importancia para el Sector Industrial en el marco de la globalización son las reestructuraciones. Recientemente, la Comisión Europea adoptó un Libro Verde identificando políticas de éxito que favorezcan la puesta en práctica de medidas eficaces en materia de reestructuraciones y adaptación al cambio, en términos de promoción del empleo, del crecimiento y de la competitividad, con vistas a renovar la política europea en este ámbito. No se entiende, por tanto, que la Comunicación objeto de este análisis no haya hecho mención a ese documento.
Es deseable, por tanto, que estas consideraciones sean tomadas en cuenta en la conferencia de alto nivel sobre empleo que se celebrará los días 6 y 7 de septiembre de 2012, en la cual se debatirá en profundidad sobre el referido paquete de empleo de la UE.