La investigación e innovación constituyen hoy objetivos de máxima importancia y absoluta prioridad. Aparte de que todos los expertos coincidan en afirmar que la salida a la crisis pasa obligatoriamente por incrementar nuestra competitividad, siendo para ello fundamental fomentar la investigación y extender la innovación a un mayor número de empresas, la realidad se impone y éstas han de hacer frente de forma cotidiana a ciclos de vida de los productos de la industria cada vez más cortos, y se ven, además, obligadas a desarrollar productos innovadores que se adapten a los rápidos cambios de las necesidades de sus clientes en mercados altamente competitivos.
En este sentido, una investigación que se convierta en innovación de forma que, a su vez, ésta se traduzca en crecimiento, requiere un enfoque de investigación más orientado al mercado que centrado en la mejora de las infraestructuras de investigación. Y sólo dando un impulso adicional a la colaboración de las universidades y centros públicos de investigación con la industria, se logrará que el esfuerzo en investigación se traduzca realmente en tecnologías innovadoras que lleguen al mercado.
Esta consideración debiera resultar más explícita, y traducirse en medidas concretas, en la recién presentada “Estrategia Española de Ciencia y Tecnología y de Innovación”, que aspira a unificar las diferentes Estrategias Nacionales y el Plan Estatal de Investigación Científica, Técnica y de Innovación; y debería, igualmente, tenerse muy presente de cara al previsible Pacto de Estado en I+D+i que, más que nunca, es necesario alcanzar cuanto antes.
En todo caso, la colaboración antes referida entre empresas, universidades, centros tecnológicos y asociaciones empresariales debe sustentarse en la búsqueda de tres elementos esenciales si se quiere difundir y fomentar el empleo de la I+D+i en las empresas de nuestro país:
a/ “Conocimiento”: para asignar medios a la búsqueda de recursos relacionados con la capacidad de investigación y desarrollo tecnológico, en particular de las PYMEs.
b/ “Mercados”: ya que es imprescindible que la variable demanda no se pierda de vista en ningún momento dentro del proceso de innovación.
c/ “Eficiencia de los recursos para optimizar la innovación”: para las pymes estos recursos están relacionados con el capital humano y financiero.
En relación con lo anterior, debe señalarse que el texto del Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado recién remitido por el Congreso al Senado, avanza en la buena dirección, al contemplar la reintroducción del sistema de bonificaciones en cotizaciones a la Seguridad Social (suprimido por el RD-Ley 20/2012, de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad) y permitir la compatibilidad de dicho sistema con el régimen de deducciones a la I+D+i en el Impuesto sobre Sociedades.
Ahora bien, para que la innovación asegure la comercialización de las nuevas tecnologías o los nuevos procesos, lo esencial es asegurar que las propias condiciones del mercado sean óptimas. Es decir, no se trata tanto de aumentar las subvenciones y el gasto público como de garantizar la existencia de “mercados líderes de consumo”, capaces de proporcionar las más innovadoras y mejores tecnologías, sistemas, productos o servicios que satisfagan las necesidades de los consumidores.
Ello exige, por tanto, una masa crítica que el proceso de ruptura de la unidad de mercado que sufre la economía española está haciendo inalcanzable. En este punto, en definitiva, resultará decisiva la acción de los legisladores, cuyo primer objetivo debe ser eliminar barreras artificiales y regulaciones que se demuestran en muchas ocasiones imposibles de cumplir y de hacer cumplir.
Por otro lado, una vez conseguida la masa crítica suficiente, esos mercados de liderazgo sólo podrán desarrollarse aunando objetivos sociales y políticos, como la eficiencia energética, el uso sostenible de los recursos, el desarrollo de nuevos materiales que respondan a las necesidades actuales de una vida más saludable, de mayor seguridad y movilidad y a las de información y comunicación.
En consecuencia, la respuesta de la Industria, a partir de tales objetivos comunes, necesita pivotar en torno a los ejes de una reglamentación adecuada, condiciones favorables a la inversión en mercados de capitales, un mercado único y fortalecido, armonización, normalización, demanda individual y consenso público.
No es un objetivo baladí: en el actual entorno global, el éxito de la Industria dependerá de las inversiones en I+D y del desarrollo de productos innovadores. Y sólo con las anteriormente referidas condiciones macro y con el personal técnico formado, las empresas que invierten en investigación, desarrollo e innovación preferirán hacerlo en España.