El pasado sábado 15 de octubre se alcanzó en Kigali un acuerdo, jurídicamente vinculante, que introduce una enmienda al Protocolo de Montreal sobre la protección de la capa de ozono, con miras a la eliminación progresiva de los hidrofluorocarbonos (HFC), gases fluorados de efecto invernadero, como son el R134a, el R407C o el R410A.
El calendario adoptado prevé que un primer grupo de países, los llamados “desarrollados”, entre ellos los países de la U.E., reduzca su producción y consumo de HFC un 10 % antes de finales de 2019 en relación a los niveles de 2011-2013, y un 85 % antes de 2036.
Un segundo grupo de países “en vías de desarrollo”, entre ellos China, el mayor productor mundial de HFC, y los países africanos, se han comprometido a iniciar su transición en 2024. Estos últimos deberán alcanzar una reducción de 10 % con respecto a los niveles de 2020-2022 para 2029 y de 80 % para 2045.
Por último, un tercer grupo de “países en desarrollo”, incluidos India, Pakistán, Irán, Irak y los países del Golfo, no empezará por su parte hasta el año 2028, para llegar a una reducción de 10 % con respecto al periodo 2024-2026 en 2032 y de 85 % en 2047.
Los HFC, actualmente, se emplean en frío industrial, aire acondicionado y electrodomésticos, aunque también se utilizan en algunos aerosoles o en la fabricación de espumas aislantes, siendo, desde los años 1990, sustitutos de los CFC (clorofluorocarbonos), principales responsables de la destrucción de la capa de ozono.
Aunque no perjudican el ozono, resultan nocivos para el clima, son gases de efecto invernadero sumamente dañinos cuyas emisiones aumentan de forma más rápida, a razón de 10-15 % por año.
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