La generación distribuida, de pequeña potencia y cercana al punto de consumo, se convierte en una pieza fundamental en este escenario.
En 2012, la potencia total de generación energética en España se situó en 102.524 megavatios (MW), según datos de Red Eléctrica de España. Respecto a cómo se cubrió la demanda energética, un 32% fue aportada por las energías renovables, una cantidad que podría llegar al 50% en los próximos años, tal y como revela una investigación publicada en la revistaRenewable Energy.
Para conseguir esta proporción, España debería superar, previamente, diferentes barreras regulatorias y técnicas, que actualmente están dificultando el avance de un nuevo agente: la generación distribuida. Ésta se caracteriza por su pequeña potencia (entre 10 y 50 MW) y su ubicación en puntos cercanos al consumo.
“En breve, la generación distribuida participará en un alto porcentaje en la aportación que la energía renovable realiza sobre el sistema energético mundial, clave para la sostenibilidad y el cumplimiento de protocolos medioambientales”, explica Antonio Colmenar-Santos, investigador del departamento de Ingeniería Eléctrica, Electrónica y de Control de la UNED y autor principal del estudio.
En este nuevo escenario, el ciudadano cobra un papel fundamental. “El usuario se convertirá en un agente eléctrico vital, no solo porque podrá participar en las medidas de ahorro y eficiencia, sino porque además formará parte de una generación eléctrica cada vez más distribuida”, añade Colmenar-Santos.
De esta forma, los recursos renovables distribuidos, principalmente instalaciones fotovoltaicas, mini-eólicas y almacenamiento energético, con la ayuda de las denominadas redes inteligentes, Smart Grid, pueden romper con las redes pasivas tradicionales, situándose cerca del usuario y absorbiendo la demanda de forma más eficiente.
Apuesta por las ciudades inteligentes
El estudio resume las principales barreras que están impidiendo que las energías renovables despeguen definitivamente en España. Entre las dificultades técnicas destacan los límites de conexión, las redes de distribución radiales –cuando se requieren en forma de anillo para que los flujos se muevan en ambas direcciones– o las desviaciones imprevistas de energía.
En cuanto a barreras regulatorias, “esperamos una revisión a fondo de los reglamentos del sistema de distribución en España”, afirma Salvador Ruiz-Romero, investigador también del departamento de Ingeniería Eléctrica, Electrónica y de Control de la UNED y otro de los autores del estudio.
Del mismo modo, los expertos reclaman un procedimiento de gestión de la distribución de la generación distribuida, que se apruebe la normativa de balance neto, en fase de elaboración, para regular el autoconsumo y que se aclare la definición de los operadores del sistema.
Según el estudio, la apuesta por ciudades inteligentes, Smart Cities, ayudará a que se integre la generación distribuida en los núcleos urbanos. “En el proyecto Smart City de Málaga se estima que, a finales de 2013, la energía consumida que provenga de renovables sea del 33,2% y, la potencia eléctrica instalada “verde” alcance el 37,8%”, concluye Ruiz-Romero.