Las Comunidades Energéticas Locales (CEL) están emergiendo como una solución clave en el impulso hacia una transición energética más limpia, eficiente y participativa. A nivel municipal, su implementación ofrece una amplia gama de beneficios, tanto en términos económicos como sociales y medioambientales. En este artículo, analizaremos las ventajas que las CEL aportan a los municipios y su papel en la construcción de comunidades más sostenibles.
COMUNIDADES ENERGÉTICAS LOCALES
¿Qué es una CEL?
Una Comunidad Energética Local es un grupo organizado de personas, empresas, instituciones u otras entidades locales que colaboran activamente en la producción, gestión, compra, y consumo de energía (En su mayoría de casos renovable) en su entorno municipal. Este modelo va más allá de la simple producción y autoconsumo de energía limpia, pues está basado en principios de participación ciudadana y sostenibilidad a largo plazo, participando de forma activa como un agente del mercado eléctrico.
El objetivo principal de una CEL es lograr una autosuficiencia o soberanía energética, es decir, que una comunidad pueda satisfacer sus necesidades energéticas con recursos locales y sostenibles, disminuyendo su dependencia de grandes operadores energéticos y contribuyendo a la descarbonización del sistema eléctrico y a la sostenibilidad del municipio.
Implicaciones sociales de una CEL
Uno de los aspectos más interesantes de las CEL es su capacidad para involucrar a la sociedad en la gestión energética de manera directa. En lugar de ser meros consumidores pasivos, los miembros de estas comunidades pasan a ser copropietarios y gestores (PROSUMIDORES) de la energía que consumen, lo que tiene importantes implicaciones tanto para la sociedad como para el medio ambiente:
- Empoderamiento ciudadano: Las CEL otorgan a los ciudadanos el control sobre cómo se genera y utiliza la energía en su entorno, fomentando una mayor conciencia sobre el consumo responsable y los impactos ambientales. Los miembros de una CEL no solo son usuarios de energía, sino que participan en la toma de decisiones, decidiendo, por ejemplo, si se invertirán en nuevas infraestructuras, en qué tecnologías basar su producción (solar, eólica, biomasa, etc.) o cómo distribuir los beneficios generados.
- Participación y cohesión social: Estas comunidades fomentan un modelo colaborativo, donde los vecinos, las empresas locales y las administraciones públicas cooperan para gestionar un bien común. Esto no solo fortalece el tejido social local, sino que también reduce la vulnerabilidad frente a la pobreza energética, al permitir que los propios miembros controlen los costes y la distribución de la energía.
- Sostenibilidad ambiental: Al centrarse en su gran mayoría en el uso de energías renovables (solar, eólica, geotérmica, entre otras)o en su defecto en el consumo de energía de proximidad, las CEL contribuyen significativamente a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y de pérdidas de transporte en la red, jugando un papel clave en la lucha contra el cambio climático. Además, al generar energía de manera local, se reduce la huella de carbono asociada al transporte de electricidad desde grandes centrales eléctricas.
- Beneficios económicos: Las CEL también generan beneficios económicos para sus participantes. Al producir energía de manera local, se reducen los costos de suministro, lo que puede derivar en tarifas más bajas para los miembros. Asimismo, los excedentes de energía pueden venderse a la red eléctrica, generando ingresos que pueden reinvertirse en nuevas tecnologías, infraestructuras o en proyectos de mejora comunitaria.
- Educación y sensibilización: Al involucrar activamente a los ciudadanos en la gestión energética, las CEL impulsan una mayor comprensión sobre el funcionamiento del sistema energético, fomentando la educación en energías renovables y la adopción de hábitos más sostenibles. Esto crea una sociedad más informada y comprometida con la transición ecológica.
Retos y oportunidades
Aunque las CEL presentan numerosas ventajas, también enfrentan desafíos. La creación de una comunidad energética implica superar obstáculos técnicos, financieros y organizativos. Es necesario contar con un marco legal claro que permita el desarrollo de estos proyectos y facilite la colaboración entre los distintos actores implicados.
A nivel técnico, es fundamental asegurar que las infraestructuras energéticas locales sean capaces de cubrir la demanda de manera fiable y eficiente, lo cual puede requerir una inversión inicial considerable. No obstante, los avances en tecnologías de almacenamiento de energía y la descentralización de las redes están facilitando cada vez más la viabilidad de estos modelos.
A nivel social, se requiere también una fuerte implicación y coordinación entre los participantes, lo que puede ser un reto en comunidades con baja cohesión social o escasos recursos organizativos.
Un modelo de futuro
Las Comunidades Energéticas Locales representan una nueva forma de concebir la producción y el uso de la energía, basada en los principios de sostenibilidad, equidad y participación. En un mundo cada vez más consciente de la necesidad de transformar nuestros modelos de consumo, las CEL se erigen como una herramienta clave para avanzar hacia un futuro energético más limpio, justo y resiliente.
Al implicar directamente a la sociedad en la gestión de la energía, estas comunidades no solo impulsan la transición hacia energías renovables, sino que también promueven un nuevo contrato social en torno a la energía: uno donde los ciudadanos son protagonistas y beneficiarios de un cambio hacia un modelo más sostenible y democrático.
A nivel social, se requiere también una fuerte implicación y coordinación entre los participantes, lo que puede ser un reto en comunidades con baja cohesión social o escasos recursos organizativos.