La exploración habitual de los lunares y el control de la exposición al sol, sobre todo en la época estival, son los principales factores para prevenir la aparición de problemas en la piel.
Durante todo el año los dermatólogos se encargan de recordar la importancia de cuidar la piel y descubrir aquellos síntomas que pueden indicarnos la necesidad de pasar por su consulta. No obstante, durante el verano y el periodo vacacional es especialmente importante contar con mayores precauciones. En esta época del año nos exponemos al sol habitualmente, y éste además incide de manera mucho más agresiva. Es por ello que no debemos olvidar unos sencillos consejos que nos ayuden a prevenir la aparición del cáncer de piel o a detectar posibles problemas de manera precoz.
La exploración de los lunares (conocidos técnicamente como nevus melanocíticos) es fundamental. Los lunares pueden ser congénitos o aparecer a lo largo de nuestra vida, y el sol es uno de los factores que pueden incidir en su cambio de estado. Por ello, es importante que sepamos cuando un lunar o nevus puede evolucionar hacia un melanoma para que acudamos al especialista en busca de un diagnóstico preciso y precoz. Nos referimos a la conocida como regla A-B-C-D-E. Siempre que un lunar cumpla una de las siguientes características deberemos consultar rápidamente con el dermatólogo:
- ASIMETRÍA en alguno de sus ejes.
- BORDES irregulares.
- COLOR variado, no uniforme.
- DIÁMETRO mayor de 6 mm.
- EVOLUCIÓN. Si detectamos que uno de nuestros lunares cambia.
Por lo tanto, si detectamos en nuestra piel un lunar o mancha con una o varias de estas características es importante que acudamos rápidamente al dermatólogo, quien podrá realizar un examen más detallado.
El Melanoma supone tan sólo el 2% de todos los cánceres, (aproximadamente 100.000 nuevos casos en el mundo cada año). La incidencia ha aumentado progresivamente en los últimos 20 años, sobre todo por la tendencia de la población a exponerse de manera más habitual y despreocupada al sol. A pesar de que representa un porcentaje reducido sobre el total de cánceres cutáneos, debemos destacar que su tasa de mortalidad es una de las más altas, en muchas ocasiones provocada por una detección tardía, un diagnóstico precoz y un tratamiento temprano ayudan a aumentar los índices de curación de la enfermedad.
En la consulta
En la consulta, el dermatólogo cuenta básicamente con dos herramientas para el diagnóstico:
- Exploración clínica. Basada en la regla A-B-C-D de la que hemos hablado y en el seguimiento de la evolución de los lunares.
- Dermatoscopia o Microscopía de Epiluminiscencia. Es una técnica complementaria que consiste en la realización de una microscopía de superficie sobre la lesión pigmentada con objeto de observar las características internas de la misma, como son la red pigmentaria, su distribución a lo largo de la lesión , la configuración de los bordes o la existencia de estructuras propias de los melanomas.
Factores de riesgo
Por otro lado, debemos conocer los factores de riesgo habituales asociados al melanoma:
- Edad: aunque puede aparecer en cualquier momento de la vida, es más frecuente en la edad media, entre los 30 y 60 años.
- Sexo: es más frecuente en la mujer aunque cursa con mejor pronóstico.
- Raza y Fenotipo: más frecuente en la raza blanca y en personas de fototipo bajo (piel blanca o pecosa, pelo rubio o pelirrojo, ojos claros y alta sensibilidad a la radiación solar, siempre se queman y nunca se broncean).
- Herencia: aproximadamente 1 de cada 10 personas que padece melanoma tiene antecedentes familiares del mismo.
- Lunares: el riesgo de aparición de un melanoma está en relación tanto con el nº de nevus (> 50 nevus) así como con sus características (nevus atípicos y nevus congénitos gigantes).
- Radiación solar: aumentan el riesgo de melanoma las exposiciones solares agudas, intermitentes y reiteradas, sobre todo cuando producen quemaduras y se realizan en la infancia o adolescencia.
Como podemos observar, no podemos intervenir en la mayoría de factores, que están relacionados con nuestra herencia genética, sexo o edad. No obstante, es importante que sepamos valorar si cumplimos con ellos, con el fin de acudir con mayor asiduidad a las revisiones dermatológicas. En cualquier caso, hay un factor determinante que sí que podemos controlar: la exposición al sol.
En esta época estival, es fundamental que tomemos conciencia sobre la importancia de protegernos del sol de las formas que todos sabemos. Sobre todo, debemos evitar la exposición directa en las horas centrales del día y debemos utilizar cremas protectoras con factor solar alto (las cremas con factor bajo o las lociones bronceadoras no tienen ningún efecto protector).
Debemos recordar que nuestra piel tiene memoria, y que las quemaduras de este verano nos pueden ocasionar graves problemas en la piel durante toda la vida.