Los sindicatos tienen cada vez menos respaldo de los trabajadores.
Artículo de Expansión escrito por Calixto Rivero
No obstante, UGT y CCOO siguen aumentando su poder e influencia sobre las reformas económicas. O mejor dicho, sobre la ausencia de reformas, como se puede desprender de la ruptura de la negociación colectiva que se materializó el jueves de la semana pasada. Las cifras no requieren demasiada explicación:sólo el 16,4% de los ocupados estaba afiliado a alguna organización sindical en 2010, un dato que contrasta con el 17,2% de 2009 y con el 17,4% de 2008.
Según se desprende de los últimos datos del Ministerio de Trabajo e Inmigración, las centrales han perdido cerca de medio millón de afiliados (en concreto, 497.900) desde que comenzó la crisis económica. Sólo en 2010, más de 220.000 personas han devuelto su carné de sindicalista, un dato que no debería ser nuevo para Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo. Este desencanto ya se comenzó a vislumbrar con claridad tras el pinchazo de la última huelga general y de la manifestación del Día del Trabajo.
Pulso con las empresas
A pesar de estas cifras apabullantes, las organizaciones que dirigen Méndez y Toxo siguen manteniendo su pulso infranqueable con las empresas, y no están dispuestas a apoyar una reforma en profundidad de los convenios para dar más libertad al sector privado, algo que todos los analistas consideran imprescindible para reducir las cifras de desempleo.
En el último año, los sindicatos han perdido apoyos en casi todos los grupos de trabajadores, independientemente de su nivel de estudios. Sólo han ganado respaldo entre los que tienen menos que estudios primarios, según las estadísticas de Trabajo.
Pérdida de apoyo
Los representantes de los trabajadores han perdido apoyo entre los directivos de las empresas y de las administraciones públicas, de los técnicos y profesionales científicos e intelectuales, de los trabajadores de la restauración, de los comerciantes, de los empleados de la construcción y de los de la minería… Al menos sí han ganado apoyos en el último año entre los técnicos y profesionales de apoyo y entre los empleados de tipo administrativo.
Otra de las cuestiones que debería inquietar a los sindicatos es que la mayor parte de los ocupados afirman no saber nada o casi nada de la actividad sindical. Exactamente el 43,4%. Un 10,5% declara saber poco. No obstante, el 13,4% de los ocupados dice que sabe bastante de los sindicatos. Sólo el 4,7% considera que sabe mucho de estas organizaciones.
UGT y CCOO, los más castigados
Los grandes sindicatos están siendo más castigados que los pequeños por su gestión de la crisis. El secretario general de UGT, Cándido Méndez, y el dirigente de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, se enfrenta a la derrota, o a la pérdida de influencia, en las elecciones sindicales que se han celebrado en los ministerios y en las administraciones territoriales. Es el caso de la Junta de Andalucía. En la que los funcionarios no han aceptado que ambos sindicatos hayan respaldado la reorganización del sector público propuesta por el Ejecutivo socialista de José Antonio Griñán. Por ejemplo, el Sindicato Andaluz de Funcionarios (Safja) obtuvo la mayoría absoluta de delegados en las elecciones celebradas el pasado martes para la junta de personal de los servicios centrales de la Junta de Andalucía en Sevilla, donde CCOO y UGT se han quedado sin ninguna representación. Los grandes sindicatos también han sufrido un duro varapalo en la Administración General del Estado, según los primeros datos disponibles facilitados por las organizaciones sindicales minoritarias (ver EXPANSIÓN del pasado 20 de mayo) y que deberán confirmarse en los próximos meses.
Lluvia de subvenciones
Las subvenciones a las organizaciones sindicales, y tampoco las de la patronal, no sufren los envites a la crisis, algo que sí que han notado con claridad colectivos como mileuristas, pensionistas y funcionarios. El Ministerio de Trabajo concedió 20,3 millones de euros en subvenciones a los sindicatos en 2010, de los cuales 14,7 millones se repartieron entre las dos organizaciones mayoritarias, CCOO y UGT. Las ayudas publicadas en el Boletín Oficial del Estado (BOE), se distribuyen en función de la representación que los sindicatos tienen en las empresas y de su participación en órganos consultivos del Ministerio de Trabajo, de sus organismos autónomos y de las entidades gestoras de la Seguridad Social. Muy por detrás de las dos primeras, se sitúa la Unión Sindical Obrera (USO), con 524.862 euros, el sindicato vasco ELA, con 486.478 euros, y el sindicato de funcionarios CSI-CSIF, con 386.669 euros. Pero estas no son las únicas ayudas que reciben. También reciben subvenciones para, por ejemplo, organizar cursos de formación. El problema es que algunas de estas dádivas no necesitan “justificación documental” (ver EXPANSIÓN del pasado 8 de enero de 2011).
La Clave
España y Francia son los países en los que los sindicatos influyen más en los salarios de los trabajadores a pesar de que cuentan con muy pocos afiliados. Es justo lo contrario que ocurre en países nórdicos como Dinamarca, Suecia y Finlandia.
Según el informe que elaboró el Banco de España a mediados de 2009, denunciando los problemas laborales del país (y que tan mal sentó al Gobierno, a UGT y a CCOO), España es de los países de la OCDE en los que, con menos densidad sindical (representatividad de los trabajadores), hay entre un 80% y un 90% de los trabajadores afectados por la negociación colectiva. El informe era muy contundente: “España exhibe junto a Francia, la mayor diferencia entre el número de participantes activos en la negociación y los que, al final, se ven afectados por la misma”, matizaba.