Esta publicación marca un hito significativo y representa un paso crucial hacia la consecución de los objetivos de neutralidad climática de la Unión Europea, al tiempo que impulsa la competitividad y seguridad energética en toda la región.
La implementación de esta Directiva requerirá la colaboración y el compromiso de todos, para maximizar sus beneficios y cumplir con los objetivos comunes.
La meta tan ambiciosa de la Directiva de lograr la neutralidad de carbono en el sector de la construcción se focaliza en las exigencias de los edificios de cero emisiones (ZEB), que afectarán a edificios nuevos a partir de 2030 (dos años antes a los públicos). Además, en 2050 todos los edificios serán ZEB, lo que significa un carácter “retroactivo” de las exigencias. Destaca la exigencia de eliminar los combustibles fósiles en edificios existentes en 2040.
Se resalta el papel fundamental del sector público en impulsar las renovaciones profundas de edificios existentes. Además, se establece la obligación de reformar edificios no residenciales y fomentar las renovaciones en los edificios residenciales. Las renovaciones deben ir encaminadas a alcanzar las exigencias de los edificios de cero emisiones (ZEB), bajo el principio de “primero la eficiencia energética”: mejora de la calidad de la envolvente del edificio, reforma de las instalaciones por sistemas más eficientes, inteligentes y mejor gestionados y la implementación de las energías renovables.
Modificación de los Certificados de Eficiencia Energética y establecimiento de nuevos umbrales de eficiencia. Utilización del potencial de calentamiento global (PCG) para evaluar y comparar el impacto climático de diferentes tecnologías y estrategias en la construcción de edificios. Indicadores de Calidad de Aire Interior en los Certificados de Eficiencia Energética. Por último, se establece como voluntario determinar el Índice de Rendimiento Inteligente (SRI), que se utiliza como indicador del uso de las tecnologías inteligentes en la eficiencia y la mejora de la calidad del ambiente interior.
La modernización de los edificios incluye la incorporación de sistemas avanzados de automatización y control para optimizar el uso de energía y mejorar la comodidad de los ocupantes. Además, se apuesta por la medición y el registro de datos en tiempo real sobre el consumo de energía, la temperatura, la humedad relativa y los niveles de CO2. Se marca el objetivo de la mejora de la calidad del aire interior y de la resiliencia de los edificios ante el cambio climático (se incide en la lucha contra el sobrecalentamiento en los edificios). Además, se establecen exigencias de cargadores de vehículos eléctricos y de aparcamientos de bicicletas para favorecer la movilidad sostenible.
Se necesitan muchos recursos para alcanzar los objetivos planteados. De hecho, se plantea la necesidad de elaborar un plan nacional de renovación de edificios, que detalle las fuentes y las medidas de financiación necesarias. Se incide en facilitar la tramitación de las ayudas públicas, implementando un sistema de “ventanilla única”. Además, se debe utilizar el sector privado para la financiación de las medidas de ahorro con sistemas del tipo de pago en función del ahorro.
El siguiente reto consiste en la transposición de la Directiva por los Estados Miembro en dos años, lo que implica establecer un marco político estable y sistemas de financiación adecuados que proporcionen visibilidad a largo plazo y así impulsar las inversiones en el sector.
El despliegue tecnológico que apoya esta ley es una oportunidad para descarbonizar y digitalizar edificios terciarios y hogares, una buena noticia para los instaladores.
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