En su último Informe de Coyuntura Económica y laboral, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales del Metal (CONFEMETAL) hace un balance del actual modelo de Formación Continua y de su trayectoria de casi dos décadas, iniciada con la firma del primer Acuerdo Nacional de Formación Continua (ANFC) a finales de 1992, continuada después por otros tres acuerdos y ahora prolongada por el Acuerdo Tripartito ya con la participación del Ministerio de Trabajo.
CONFEMETAL señala en su Informe que, en estos años, la formación continua se ha convertido en una exigencia de empresas y trabajadores, en el único instrumento realmente decisivo para luchar contra la destrucción de empleo en el actual escenario económico, y en una de las mejoras herramientas de la sociedad española para adaptarse y aprovechar el cambio tecnológico.
El actual sistema de formación continua ha supuesto la posibilidad de mantener, mejorar y ampliar los conocimientos de la mano de obra y de abrir la puerta a la implantación de nuevas tecnologías.
Su financiación, puesta entredicho continuamente con poco conocimiento de causa, procede exclusivamente de las cantidades que aportan empresas y trabajadores, a través de las nóminas: Un 0.7% de la base de cotización a la Seguridad Social (0.6% a cargo del empresario y 0.1% a cargo del trabajador).
Es, por tanto, una aportación de carácter finalista, exclusivamente para la formación de los ocupados, si bien la Administración que administra los fondos –no los otorga, ni los concede, ni subvenciona-, los emplea en parte para fines distintos de los establecidos originalmente, como la formación de desempleados.
Antes de la creación, en 1992, del sistema, los trabajadores que deseaban formarse o las empresas que querían sus trabajadores se formaran, pagaban directamente de sus bolsillos, esa formación.
Ahora el sistema se apoya sobre una base de solidaridad territorial y sectorial que ha aumentado la eficacia de los fondos invertidos y haciendo avanzar la competitividad empresarial en España, muy especialmente de las Pymes.
Otros atributos del modelo, como su ámbito estatal, la libertad de adscripción y la unidad de caja, se han mostrado probadamente eficaces a lo largo de estos veinte años y han creado una exigencia de formación en el conjunto del tejido económico que implica continuar en el camino de la mejora de la calidad de la formación, del rigor en la ejecución y de la adaptación a las verdaderas necesidades del tejido productivo español.
CONFEMETAL, que considera que la formación es la mejor arma contra la destrucción de empleo, subraya también en su Informe que en estos años la formación se ha convertido en un instrumento de gestión de primer orden para las empresas, que, además, incide de modo decisivo en la planificación del resto de las parcelas empresariales.
Por último el Informe señala que el sistema, susceptible, como todo, de ser mejorado, ha sido también instrumento de promoción social y personal y de fomento de la empleabilidad de los trabajadores, especialmente de aquellos pertenecientes a los grupos específicos menos favorecidos.