De acuerdo con las cifras recién publicadas por Eurostat, España continúa ostentado la tasa de desempleo más alta entre los 27 países miembros de la UE, con un 23,6%, muy por encima de la media, situada en el 10,2%. Especialmente preocupante es la situación de los jóvenes españoles, más de la mitad de ellos en búsqueda de empleo (50,5%), frente a una media en la UE-27 del 20%.
Ante este panorama, no es de extrañar que entre las líneas básicas de actuación anunciadas por el Ministro de Educación, Cultura y Deporte de cara al desarrollo de la X Legislatura, destaque como prioridad la “promoción de modelos de formación profesional dual como el alemán, adaptados a las condiciones de nuestro país”.
También en este campo, España avanza en el camino marcado desde Bruselas, donde el consenso estratégico-político de cara a reforzar y/o aumentar el desarrollo de las competencias requeridas por el mercado laboral en los jóvenes es notable. Más concretamente, el establecimiento de sistemas de formación profesional dual y, para ello, la asignación de mayores recursos a través del Fondo Social Europeo, forman parte de la Declaración de los Miembros del Consejo Europeo “Hacia una consolidación que propicie el crecimiento y un crecimiento que propicie el empleo”, del 30 de enero de 2012; y se contemplan también en la Iniciativa de la Comisión Europea “Oportunidades para la Juventud”, de 20 de diciembre de 2011.
En este contexto, la Confederación Europea de Organizaciones Empresariales, BUSINESSEUROPE, publicó el pasado 6 de marzo una Declaración específica sobre cómo mejorar los sistemas de formación profesional dual, como requisito esencial para aumentar las perspectivas de empleo juvenil. Este informe recoge una serie de recomendaciones dirigidas a la propia UE, a sus Estados Miembro, así como a las organizaciones empresariales y a las empresas en su conjunto, de cara a fomentar e impulsar una Estrategia Europea sobre Aprendizaje, con carácter global y de forma integrada a todos los niveles, que sirva de ayuda y punto de partida para todos los países de la UE que deseen desarrollar la formación en alternancia.
Cualquier iniciativa para aumentar las sinergias entre el ámbito educativo y el mundo empresarial, facilitando la transición de los jóvenes de las escuelas hacia las empresas, es plausible. Ambas esferas están intrínsicamente unidas, ya que un mercado de trabajo eficaz depende en buena medida de un sistema educativo eficiente. Se trata de un objetivo clave en la actualidad para la recuperación económica, pero también debe ser una aspiración de futuro, atendiendo a las perspectivas demográficas y a la dificultad, cada vez mayor, de encontrar personal cualificado en determinados sectores y, en general, de ajustar la oferta y la demanda de empleo.
Los sistemas de aprendizaje, en particular, como primer contacto con la empresa de los jóvenes durante su etapa formativa, ofrecen ventajas reseñables que pueden contribuir a remediar estos problemas. Éstos ofrecen a los estudiantes una vía de acceso a una experiencia profesional retribuida que, además de dotarles de una mayor versatilidad, les ofrece mejores perspectivas profesionales, y genera así en ellos, en la mayoría de los casos, un alto grado de identificación con la empresa formadora. Las empresas, por su parte, pueden formar personal adaptado a sus exigencias, evitando el riesgo de fallos en la selección de personal y reduciendo también la tasa de fluctuación de personal.
En muchos países, las empresas asumen los costes que supone la formación profesional de los estudiantes precisamente por considerar este sistema como un instrumento valioso para la planificación y el desarrollo del personal a la medida de sus necesidades, y porque la inversión se amortiza en buena parte gracias al rendimiento laboral de los aprendices, y por el ahorro generado tanto en el propio proceso de selección de personal, como en el periodo de adaptación del aprendiz en caso de que la empresa lo incorpore a su plantilla.
Por otro lado, la experiencia de muchas empresas aconseja también llamar la atención sobre los beneficios inmateriales relacionados con el efecto positivo de la formación en términos de la imagen pública de la empresa formadora.
El Informe de BUSINESSEUROPE pone de manifiesto el efecto sumamente positivo que estos sistemas ofrecen en países como Alemania, Austria, Dinamarca, Holanda o Suiza. No es casualidad que todos estos países presenten los índices más bajos de desempleo juvenil en Europa.
En España, sin embargo, el aprendizaje no termina de implantarse como opción atractiva para las empresas; en parte por una cuestión de imagen, ya que su percepción pública ha sido más bien negativa en los últimos años, pero, sobre todo, esto se explica por el deficiente sistema educativo español, que no ofrece a los jóvenes las competencias y habilidades básicas que las empresas necesitan.
Urge mejorar este aspecto, y apostar por una formación profesional más vinculada a la empresa en nuestro país. Las dificultades financieras y las restricciones presupuestarias actuales no deberían ser pretexto para retrasar la implementación de un sistema de aprendizaje eficaz, que aumente la empleabilidad de los alumnos y favorezca la competitividad de nuestras empresas.