En su último Informe de Coyuntura Económica y Laboral, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales del Metal, CONFEMETAL, demanda de las instituciones de la Unión Europea un mayor apoyo a la Industria para que pueda atraer inversiones y seguir contribuyendo al desarrollo económico y social de Europa.
Esta demanda surge den el seno de CEEMET y ORGALIME, organizaciones europeas del Sector del Metal de las que CONFEMETAL es miembro, que representan al mayor sector manufacturero de Europa, con más de 200.000 empresas, trece millones de empleos directos, y un volumen de negocio anual de 2,7 billones de euros.
El Informe resalta que la industria metalmecánica es clave en la transición hacia una economía europea más fuerte y respetuosa con el medio ambiente gracias a las tecnologías, equipos y sistemas que las empresas del Sector producen para todos los sectores de la economía, y en el desarrollo económico y social de Europa.
Pero concretar esa función exige que las instituciones “trabajen seria y activamente por defender una reindustrialización europea demasiadas veces pospuesta” y respondan realmente a la comunicación de la Comisión “Una Industria Europea más fuerte para el crecimiento y la recuperación económica”, cuyo objetivo es que, en 2020, la participación de la Industria en el PIB de la UE alcance el 20 por ciento.
En 2012 el peso de la industria en el PIB de la Unión se redujo cuatro décimas para situarse en el 15,2 por ciento, y revertir esa tendencia exige que las instituciones comunitarias sitúen la política industrial en el centro de su acción abandonando políticas que han resultado fallidas y que han minado progresivamente la voluntad y capacidad de las empresas industriales de invertir en la Unión Europea.
El Sector del Metal Europeo plantea a las instituciones tres cuestiones clave que deben ser resueltas para atraer inversión productiva en Europa: Un marco regulador estable y favorable a las inversiones en Europa, menor y mejor regulación y garantizar mercados laborales competitivos
Marco regulador
El Informe afirma que desde la creación del Mercado Interior se ha hecho directamente muy poco por la Industria. En los últimos años la legislación ha pasado a ser punitiva, invasiva, crecientemente específica y confusa. El resultado es una amplia regulación con grandes espacios de solapamiento e incoherencia. Cambios frecuentes e impredecibles en las políticas y normativas, a las que se añaden transposiciones divergentes entre los diferentes estados miembros, han minado los logros del mercado interior.
En ámbitos como el del medio ambiente, se necesita una normativa coherente y predecible, no una legislación que registra constantes modificaciones, revisiones y refundiciones que acaban olvidando su objetivo inicial, incrementa los costes para los fabricantes sin que el beneficio medioambiental lo justifique, y favorece a competidores exteriores.
Todo ello ha llevado a un proceso de desinversión o de baja inversión por un sector manufacturero que se siente más atraído por invertir fuera de Europa. Revertir esa situación exige un marco más favorable a la empresa, en cuestiones como los precios de la energía, las infraestructuras, la innovación y la cualificación de la mano de obra.
No se puede olvidar que para que la Industria pueda prosperar, las empresas deben generar beneficios y que si las empresas no tiene la oportunidad de amortizar las enormes inversiones efectuadas para cumplir con una determinada normativa, se compromete su competitividad en los mercados mundiales.
Menor y mejor regulación
El coste de producir en la Unión Europea aumenta continuamente, en buena parte por una normativa que ha olvidado los principios de pertinencia, proporcionalidad, subsidiariedad y eficiencia, y que crece sin freno, prefiriendo generar nuevas normas antes que aplicar mejor las existentes.
Un aspecto especialmente preocupante para las empresas europeas son las crecientes iniciativas reguladoras de ámbito europeo que añaden restricciones en materia de empleo y política social. Esa sobrerregulación choca con los esfuerzos de los Estados miembros para liberalizar los mercados y la vida laboral, incrementa los costes, y crea una incertidumbre jurídica que tiene un impacto directo sobre el crecimiento del empleo.
El Informe CONFEMETAL señala que la principal tarea de las empresas industriales “debería ser encontrar soluciones técnicas y no perder una parte considerable de sus recursos en gestionar reglamentaciones, directivas y normativas nacionales”.
Mercados laborales competitivos
Según CEEMET y ORGALIME, para que la Industria pueda alcanzar el objetivo del 20 por ciento del PIB, son necesarias políticas y regulaciones que apoyen mercados laborales dinámicos, flexibles e inclusivos que permitan los cambios rápidos en las empresas para dar respuesta de forma eficiente a las crecientes presiones de la competencia global.
Sin que ello signifique que la industria manufacturera europea quiera basar su competitividad internacional en salarios: “poder competir con éxito con los actuales niveles de costes laborales es un reto y su evolución deberá estar en consonancia con la productividad nacional, regional o de empresa”.
No obstante, es vital que se produzca un compromiso para controlar costes laborales adicionales y que la legislación laboral facilite acuerdos de flexibilidad, tanto interna como externa.