Recientemente el presidente de COEPA volvía a arremeter contra FEMPA responsabilizándola de la situación de COEPA y del hartazgo del empresariado. También minimizaba, como aviso a navegantes, la presencia de FEMPA en los órganos de gobierno de la Confederación, advirtiendo de los acuerdos que, presumiblemente, hoy adoptarán su comité y junta. Demasiadas florituras para seguir aplazando las decisiones, reacciones y cambios de rumbo que los empresarios de esta provincia consideramos inaplazables si queremos recuperar la credibilidad perdida y la verdadera función de nuestras instituciones. La transparencia y la regeneración en COEPA son absolutamente necesarias y han de ser acometidas de inmediato. Eso es lo que reclamamos desde FEMPA y por eso al parecer somos tan incómodos.
Es imprescindible recuperar el sentido de las cosas, el valor primigenio de nuestras organizaciones que deben estar al servicio de las empresas, para abordar las cuestiones realmente importantes para nuestro tejido empresarial, para propiciar los debates en las cuestiones que de verdad interesan a los empresarios, para impulsar la recuperación de la ejemplaridad de los valores empresariales y los efectos clave de la labor empresarial en nuestra sociedad.
También para que todos, desde nuestros matices, nos sumemos y participemos en un proyecto común y que los sectores nos sintamos involucrados en una causa común; la mejora de la competitividad de nuestras empresas, la consolidación de una cultura empresarial avanzada, la mejora del sistema y de la sociedad de la que, en suma, formamos parte y en la que queremos reconocernos como sus agentes más dinámicos, generadores de empleo y riqueza, con total respeto a las reglas del juego. También para reivindicar de los poderes públicos el cumplimiento de sus obligaciones y el marco adecuado para poder desarrollar nuestra actividad económica en libre competencia y con garantías de éxito.
Por ello no podemos permitirnos el lujo de que una organización tan importante como COEPA se vea abocada a un forzado continuismo con la praxis y la deficiente deriva que nos ha llevado hasta aquí. Diferenciemos entre continuismo y continuidad de la institución, que es lo que de verdad nos debe interesar a todos. Le dijimos a uno de los presidentes de COEPA que FEMPA había tomado la decisión, no exenta de riesgos y de desgaste, de intentar cambiar las cosas desde dentro, con paciencia y lealtad, pero con determinación.
Leal con la institución no es quién se pone de perfil, sino quién, con normalidad democrática, advierte en el foro adecuado y de manera reiterada de los posibles errores y de sus consecuencias; quién ejerce sus legítimos derechos y pide que se cumplan los estatutos; quién no sucumbe ante las presiones injustas porque por encima de las personas están las instituciones; y quién no tolera irregularidades. Lo dijimos cuando se reían y nos abucheaban, si el único camino señalado para el cumplimiento de las reglas era acudir a los Tribunales, lo haríamos y no sólo en defensa de nuestros derechos, sino en defensa de los derechos de todos los asociados, de la credibilidad y pervivencia de la institución, porque más allá de los problemas económicos, lo que de verdad mata a las instituciones son los privilegios, la sensación de impunidad, la persistente ineficacia, la suma de irregularidades, las malas prácticas, la nefasta gestión y la falta de respeto no sólo a los órganos de gobierno si no al más elemental marco estatutario.
No hay nada más zafio que pretender culpar a los demás de los problemas no reconociendo los propios errores, con una actitud que ha pasado desde la sistemática negación de la evidencia, a restar importancia y banalizar los efectos, hasta querer dispersar la responsabilidad para que se desvanezca.
No puede ser sólo victimismo, y repetir, para justificar la parálisis, bien la excusa del hartazgo, bien el mantra de la deuda de la Administración (unas veces cifrada en 7 millones, otras en 10 y ahora, a raíz del ERE, realmente en 1,5 millones de €). Curiosa coincidencia con las pérdidas acumuladas en el período 2006-2011(1.480.000 €), celebradas entonces como si fuesen superávits por la Junta Directiva y la Asamblea, cuando realmente eran déficits, sólo aflorados tras la regularización por sentencia. Y aquí, no sólo no dimitió nadie, si no que hubo subida de sueldos y ascensos. La imagen de la organización se ha deteriorado más por la actitud de quienes han negado la mayor y se opusieron en todas las fases e instancias judiciales con argumentos e intervenciones que abochornarían a cualquiera. Y no sé si aún hemos de ver más cosas. El mero transcurso del tiempo no repone la autoridad moral, ética y la ejemplaridad de una organización que debe representar a todos los empresarios. La regularización contable de los ejercicios afectados (que no mera reformulación) a fin de que sus cuentas fuesen conformes a la legalidad y reflejasen la imagen fiel y los resultados de la confederación, no fue un acto voluntario o fruto de la autocrítica. Tuvo que ser la consecuencia inexorable de la sentencia judicial impuesta. En aquellos cuatro ejercicios, previa y erróneamente auditados, el porcentaje de ingresos procedentes de fondos públicos era abrumador. No se trata de mera técnica contable, es de extrema gravedad, y aquí nadie ha pedido disculpas.
Dimos nuestro apoyo y nuestros avales al Presidente de COEPA. Tenemos derecho a discrepar, respetuosamente, del modelo de patronal continuista y a discutir, entre todos, cómo debe ser una organización empresarial moderna, eficaz y que pretenda ser útil para sus miembros y para la sociedad. También a proponer la búsqueda de sinergias, evitando duplicidades, coordinando y apoyándose en los sectores, no compitiendo contra ellos. Seguimos dispuestos a superar juntos esta situación. Pero la condición no puede ser el silencio, el conformismo, la aceptación de la continuidad de nombramientos impuestos en su día por Modesto Crespo y el respaldo que se pretende dar a una organización paralela del metal creada para dividir y desgastar a FEMPA. No cerremos en falso esta crisis. Rompamos definitivamente con lo negativo del pasado reciente, recuperemos entre todos la confianza en la institución, apostando por una verdadera catarsis, por una voluntad real de cambio. Sólo así evitaremos la desafección que ya se percibe en muchos sectores y representantes empresariales.
Y los “puentes” que tendemos: trabajar seriamente por los sectores empresariales de la provincia, intentando no repetir los errores, con un modelo de patronal sostenible, debatido y decidido entre todos, que otorgue a la institución la estabilidad e interlocución más necesaria que nunca ante la sociedad, ante la que todos respondemos.